Cuando llegó la COVID, muchas cosas cambiaron. Tenía una rutina de gimnasio muy buena, pero todos los gimnasios cerraron. No quería quedarme atrás y tener que empezar de nuevo más tarde, así que decidí continuar con mis entrenamientos en casa. De todos modos, estábamos atrapados allí.

Aproveché el tiempo durante la pandemia de Covid para desarrollar y comprometerme con una rutina de ejercicios integral que incluía un enfoque en la dieta y prácticas de atención plena, además de entrenamientos.

Empecé a darme cuenta de lo profundamente conectado que estaba mi bienestar mental con mi salud física. Incorporé el yoga a mi rutina, y la combinación de movimiento, atención plena y aumento de la fuerza transformó no solo mi cuerpo, sino también mi mente y mis emociones. Mi esposo y yo comenzamos a cocinar muchas más comidas desde cero, y se convirtieron en un componente agradable de un estilo de vida física y mentalmente más saludable. Comencé a incorporar la meditación diaria y la rutina de estiramiento para calmar mi mente, lo que me ayudó a controlar la ansiedad de la pandemia.

Este cambio sentó las bases para un enfoque duradero y proactivo hacia mi bienestar físico, mental y emocional en el futuro.

Los cambios no siempre fueron fáciles, pero han sido profundamente gratificantes y he encontrado un nuevo equilibrio en mi vida. Ahora, años después, he seguido con la rutina que construí durante ese tiempo. Me despierto sintiéndome con energía, con la mente despejada y más fuerte que nunca.

Este viaje me ha demostrado que el bienestar no tiene por qué ser complicado: se trata de constancia, autocompasión y dar pequeños pasos hacia una vida más saludable. Estoy muy emocionada de compartir esto con otras personas, porque si yo puedo hacerlo, tú también puedes.